El salto mental de Gonzalo Pérez de Vargas en el Barcelona de balonmano

Gonzalo Pérez de Vargas posa después de un entrenamiento de esta semana en la Ciudad Deportiva azulgrana.

Fue en un paseo en solitario por Santander, antes de afrontar la final de la Copa Asobal de 2021, cuando su pensamiento al fin se tornó positivo. Resulta que leyó en Twitter una encuesta sobre quién sería el mejor jugador del torneo. “Me dije que yo”, cuenta con su voz rasgada Gonzalo Pérez de Vargas (Toledo; 32 años), portero del Barcelona que siempre destacaba sobremanera menos cuando tocaban partidos de gran calado. Ya no es así, capital en las dos últimas finales de la Champions, también un muro con España cuando el envite lo requiere. “Siento que soy uno de los mejores del mundo. Por los resultados con el equipo y la selección, y por una ecuación de consistencia de las temporadas que llevo aquí. Hasta hace dos veranos no era capaz de hacerlo bien cuando de verdad importaba. Ese salto me ha dado confianza”, aclara antes de recordar que lo más importante está por llegar y eso es el encuentro ante el GOG danés (la ida, a domicilio, hoy a las 20.45), eliminatoria previa para pisar la Final Four de Colonia.

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Cocinillas, padre y daltónico

Los fogones siempre se le han dado bien a Gonzalo, que ahora, presume, está perfeccionando con su famoso rape al horno con boniato y guindilla. Sabe, en cualquier caso, que no le quedará mucho tiempo libre para cocinar o jugar al pádel, su otra pasión, porque pronto será padre -es un niño pero no desvela el nombre- junto a Itziar Llobet, jugadora del Barcelona de baloncesto. De los colores de la ropa del bebé, dice, se encargará la madre porque él es daltónico, algo que a veces le afecta en los entrenamientos porque no distingue bien los petos, pero no en los partidos porque ya pide que los colores no tengan los mismos tonos.

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